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LOS GUSANOS NOS ACECHAN

No, no me refiero a los burgueses que huyeron de Cuba cuando llegó Fidel. Hablo de esa variante de virus que se reenvían automáticamente por correo electrónico sin conocimiento del usuario.

Y viene a cuento de que, en el transcurso del XVI Congreso del Partido, me abordó un camarada a quien habían denunciado acusándolo de haber enviado un virus por correo electrónico con su propio remite. Y parece que el denunciante era también una persona de nuestro entorno político.

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal: me imaginé a la mitad del Partido denunciando a la otra mitad por enviarle virus. Y pensé que sería bueno dedicar el artículo del mes a una explicación del tema, como aviso para navegantes, y nunca mejor dicho.

Los "gusanos" son unos programas que suelen ir como adjuntos en mensajes electrónicos, y cuando se ejecutan modifican las rutinas del programa de correo, buscan direcciones de correo electrónico en el disco duro, y se reenvían por su cuenta a dichas direcciones, tomando usualmente como remite el del mismo usuario. Así el receptor del mensaje piensa que es tuyo, y confiando en que no vas a enviarle nada pernicioso abre el adjunto, con lo que su ordenador se infecta y el "gusano" se reenvía a las nuevas direcciones que encuentra. Y vuelta a empezar.

De esta manera los "gusanos" se difunden de forma exponencial, conviertiéndose en una auténtica plaga. Con lo cual personas mal pensadas o susceptibles pueden creer que se los han enviado adrede, y reaccionar irritadamente contra su supuesto agresor, que en realidad es tan víctima como él. Con lo cual éste, al sentirse acusado de algo de lo que no tiene noticia, puede replicar también agresivamente, y caerse en una cadena de malentendidos que añade nuevos perjucios a los causados directamente por el virus "gusano".

De modo que frente a la plaga de los "gusanos" hay que recomendar dos cosas: prudencia y calma. Prudencia para no abrir ningún adjunto que no estés esperando recibir, aunque su remitente te merezca confianza: quizá el remite sea el camuflaje de un virus. Y calma, para evitar que paguen justos por pecadores.

Todo ésto, claro, es la regla. La excepción es que tú seas el destinatario original del creador del virus. Pero en este caso no es probable que firme con su auténtico nombre. No dejemos, pues, que la cohesión y la camaradería a raíz del XVI Congreso se vean afectados por unos dimes y diretes electrónicos...
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Rafael Pla López
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